21 Jun
21Jun

Tenemos que dejar que la soledad se disuelva; que la tristeza se evapore y se abran los caminos al olvido. 

Un olvido dulce, tierno, sereno que cobije los recuerdos en su seno y los deje guardados, protegidos, para que un día podamos rescatarlos transformados en nostalgias. 

Tenemos que abrir la puerta a la esperanza una esperanza nueva, simple y accesible que nos ayude a concebir un sueño, que nos dé fuerzas para seguir la vida unos años más, acaso meses... o tal vez meses convertidos en años. 

Tenemos que dejar que se borre esta pena; que ya no haya tiempo para extrañar aquello que un día fue nuestro y ahora está perdido que alguien mató sin darse cuenta: tal vez fui yo, tal vez vos... ya no importa saber quién habrá sido. 

Tenemos que dejar que el viento se lleve el eco de palabras, diálogos, sonrisas y ternuras ocultas en miradas.

 Tenemos que seguir por esta ruta aceptando que todo es ya distinto, aceptando que somos dos amigos O quizás, mejor, tal solo conocidos.

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